En muchos aspectos, Costa Rica es una historia de éxito en términos de desarrollo. Considerado un país de ingreso medio alto, Costa Rica experimentó un crecimiento económico sostenido en los últimos 25 años. Dicho progreso es el resultado de una estrategia de crecimiento orientada al exterior, basada en la apertura a la inversión extranjera, así como en una gradual liberalización comercial.
Costa Rica también es un líder mundial por sus políticas y logros ambientales, que han ayudado al país a construir su Marca Verde. El programa pionero de Pagos por Servicios Ambientales (PSA) ha tenido éxito en la promoción de la conservación de los bosques y la biodiversidad; convirtiendo a Costa Rica en el único país tropical del mundo que ha revertido la deforestación.
La combinación de estabilidad política, contrato social y crecimiento constante ha dado como resultado una de las tasas de pobreza más bajas de América Latina y el Caribe, donde la proporción de la población que vive por debajo de la línea de ingresos medios altos del Banco Mundial (US$6,85 por persona por día en Paridad del Poder Adquisitivo - PPA de 2017) disminuyó levemente de 15.6 a 13.7 por ciento entre 2010 y 2019.
El éxito del país en las últimas décadas también se refleja en sus sólidos indicadores de desarrollo humano, que han contribuido a que el país ascienda en las clasificaciones mundiales por encima de los demás países de la región.
Mientras se celebran estos logros, el país enfrenta desafíos fiscales y sociales intensificados por la pandemia de la COVID-19 que ha golpeado duramente.
Los esfuerzos de consolidación fiscal, iniciados en 2018, se interrumpieron cuando los ingresos colapsaron en medio de un aumento de los gastos a medida que el gobierno buscaba mitigar el impacto de la pandemia. Las tasas de desempleo casi se duplicaron, superando el 20 por ciento a mediados de 2020, y los ingresos familiares disminuyeron a pesar de la respuesta de emergencia del gobierno. Como resultado, la tasa de pobreza (US$6,85, en PPA de 2017) aumentó a 19,8 % en 2020.
Un sólido desempeño económico en 2021 y la disciplina del gasto permitieron una consolidación fiscal más rápida de lo esperado y comenzaron a mejorar los resultados sociales y del mercado laboral. El Producto Interno Bruto (PIB) se recuperó un 7,8 por ciento en 2021 después de la mayor caída en cuatro décadas en 2020. Un fuerte repunte en la fabricación, particularmente de equipos médicos, y una recuperación gradual en los servicios y la agricultura elevaron el PIB por encima de los niveles anteriores a la crisis. La tasa de pobreza (US$6,85, en PPA de 2017) se redujo rápidamente a 14,3 % en 2021 a medida que la economía se recuperaba.
Sin embargo, nuevas presiones externas, incluidos los altos precios internacionales de la energía y de los alimentos y el endurecimiento de las condiciones de financiación, están empezando a ralentizar la actividad económica.
Se espera que el crecimiento se modere a 3,3 por ciento en 2022 y 2,9 por ciento en 2023, reflejando el desafiante entorno externo, pero debería recuperarse a alrededor de 3,2 por ciento en 2024 respaldado por los dinámicos sectores exportadores de Costa Rica.
La inflación está contrarrestando los efectos del crecimiento económico y poniendo bajo presión el poder adquisitivo de los grupos de menores ingresos. A pesar de las medidas de asistencia social compensatorias, se prevé que la pobreza (línea de US$6,85, PPA de 2017) aumente modestamente al 14,4 % en 2022.
A medida que la inflación se estabilice y las condiciones del mercado laboral mejoren impulsadas por el crecimiento en el sector de servicios, se espera que la tasa de pobreza disminuya en 2023 y luego se estabilice en alrededor del 13,8 por ciento en 2024. La pobreza podría reducirse aún más con la implementación de medidas de asistencia social específicas para grupos históricamente desfavorecidos y aquellos que viven por debajo del umbral de la pobreza.
Con una economía pequeña y abierta, Costa Rica es altamente vulnerable a los choques externos, incluidas las presiones inflacionarias globales y condiciones financieras más estrictas. Todo esto aumenta los costos de los alimentos y la energía y agrega presiones financieras; con lo cual se genera mayor incertidumbre en las perspectivas económicas tanto a nivel macro como familiar.
Se espera que la consolidación fiscal continúe durante el período de pronóstico, anclada en la regla fiscal y el programa respaldado por el FMI. Las reformas adicionales anunciadas, como la reducción de los gastos tributarios y una menor fragmentación de los programas sociales, son fundamentales para reforzar la consolidación fiscal y crear amortiguadores contra los impactos mientras se protege a los pobres. Crear consenso en torno a las reformas es clave, pero llevará tiempo.
Estos desafíos afectan los pilares básicos del modelo de desarrollo costarricense: inclusión, crecimiento y sostenibilidad.
El gobierno se ha esforzado por abordar estos problemas y está comprometido con una sociedad inclusiva que garantice el bienestar de su gente, respaldada por instituciones públicas transparentes y responsables.
Última actualización: Oct 04, 2022