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Perú Panorama general

Los parámetros macroeconómicos fundamentales de Perú continúan siendo sólidos: una relación entre deuda pública y producto interno bruto (PIB) relativamente baja, reservas internacionales considerables y un banco central confiable. Se prevé que, a mediano plazo, la economía nacional crecerá ligeramente por debajo del ritmo del 3 % anterior a la pandemia, gracias al aumento de las exportaciones, mientras que la demanda interna se desacelerará en un contexto de escasa confianza de las empresas, un menor crecimiento de la cantidad de socios comerciales y cierta volatilidad de los precios de la energía. Se estima que la pobreza se mantendrá por encima de los niveles anteriores a la pandemia en los próximos dos años, como consecuencia de la caída de la calidad media del empleo.

Luego de un repunte posterior a la pandemia del 13,3 % en 2021, el PIB aumentó un 3,5 % interanual en el primer semestre de 2022, impulsado por las manufacturas, la construcción y los servicios, y gracias a una cantidad considerablemente menor de restricciones que en el primer semestre del año anterior. La inflación se aceleró respecto del año previo, en particular debido al aumento mundial de los precios de los productos básicos y al estímulo a la demanda interna para apoyar la recuperación después de la crisis de la COVID-19. Para frenarla, el Banco Central endureció su política monetaria elevando la tasa de referencia en 650 puntos básicos desde agosto de 2021, hasta llegar al 6,75 %, mientras que el Gobierno puso en marcha un esquema de transferencias monetarias por única vez que se distribuirán en la segunda mitad de 2022 para aliviar la inseguridad alimentaria. La mejora de la pobreza ha sido lenta, debido al escaso crecimiento de los salarios reales —aún ubicados un 12 % por debajo de su nivel de 2019— y a la menor calidad promedio de los empleos (las tasas de subempleo e informalidad aumentaron 4 puntos porcentuales respecto de los niveles anteriores a la pandemia).

La política fiscal se estabilizó rápidamente después del importante estímulo relacionado con la COVID-19. En julio de 2022, el déficit fiscal anual continuaba su tendencia a la baja y se situaba en el 1,2 % del PIB, en comparación con el 2,5 % registrado en diciembre de 2021. Esta reducción estuvo impulsada principalmente por el aumento de los ingresos fiscales, como resultado de una mayor recaudación del impuesto sobre las utilidades de las sociedades en el contexto del alza de los precios de los minerales. En junio de 2022, la deuda pública era del 34 % del PIB, es decir, 2 puntos porcentuales por debajo de su nivel de diciembre de 2021. El déficit en cuenta corriente llegó al 5,6 % del PIB durante el primer semestre de 2022, impulsado por el aumento de los flujos de salida para remunerar a los titulares de capital extranjero, en el contexto de precios de productos minerales sin precedentes y mayores ganancias de las empresas mineras. Estas salidas adicionales sobrepasaron marcadamente el aumento de las exportaciones mineras y el superávit de la balanza comercial.

Se prevé que el PIB crecerá un 2,7 % en 2022, valor que se mantiene por debajo de la tendencia previa a la pandemia. Se espera que la actividad sea respaldada por un aumento de las exportaciones mineras, pero también sufrirá una desaceleración gradual de la demanda interna. Es probable que la inversión privada se estanque dado que que la confianza comercial es baja debido a la inestabilidad política e institucional. Es probable que la recuperación de los empleos de alta calidad —que dependen más de la inversión privada— sea lenta, lo que limitará tanto los ingresos de los trabajadores como las mejoras de productividad.

Se estima que el déficit público aumentará levemente el próximo año, impulsado por la reducción prevista de los ingresos fiscales, dada la reciente corrección de los precios de los productos mineros. Sin embargo, la trayectoria del déficit debería mantenerse en consonancia con las normas fiscales, con una reducción gradual hasta llegar al 1 % en 2026. Esta consolidación implicará un esfuerzo moderado en cuanto a gastos, especialmente los relacionados con transferencias extraordinarias. De conformidad con esta trayectoria, se prevé que la deuda pública continuará estable en el período 2022-24, en torno al 35 %.

La economía peruana se enfrenta a importantes desafíos estructurales incluyendo reducir el tamaño relativo del sector informal, que brinda empleo a tres cuartas partes de los trabajadores de segmentos de baja productividad, y mejorar la calidad de los servicios gubernamentales, como la educación, la salud y el abastecimiento de agua. Superar estos desafíos es fundamental para impulsar el crecimiento a largo plazo y la reducción de la pobreza en el país.

Última actualización: Sept 28, 2022

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