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Asia oriental y el Pacífico: Panorama general

v119 beta v120 test test La COVID-19 ha asestado un triple golpe sobre los países en desarrollo de la región de Asia oriental y el Pacífico (EAP): la propia pandemia, el impacto económico de las medidas de contención y las repercusiones producto de la recesión global provocada por la crisis.

Se espera que la región crezca solo 0,9 % en 2020, la tasa más baja desde 1967, según la actualización económica para Asia oriental y el Pacífico de octubre de 2020 del Banco Mundial, From Containment to Recovery (De la contención a la recuperación) (i). Mientras las proyecciones indican que China crecerá un 2 % en 2020 —debido a los bajos niveles de nuevos contagios desde marzo y porque desde entonces ha intensificado las inversiones públicas— se prevé que el resto de la región se contraerá un 3,5 %.

Las perspectivas regionales son más auspiciosas en 2021: se prevé un crecimiento de un 7,9 % en China y de un 5,1 % en el resto de la región, sobre la base del supuesto de que se producirá una recuperación continua y se normalizarán las actividades en las principales economías, en conjunto con la posible llegada de una vacuna. Sin embargo, se espera que la producción se mantendrá muy por debajo de las proyecciones previas a la pandemia durante los próximos dos años. Las proyecciones son particularmente negativas en el caso de algunos países de las islas del Pacífico donde se pronostica que la producción se mantendrá en alrededor del 10 %, un porcentaje inferior a los niveles previos a la crisis, a lo largo de todo 2021.

La crisis provocada por la COVID-19 no solo está manteniendo a las personas en la pobreza, sino también está creando “nuevos pobres”. Según estimaciones, el número de personas pobres aumentará en 38 millones en 2020. La cifra incluye 33 millones que habrían dejado de ser pobres, y otros 5 millones que caerían en la pobreza debido a la pandemia, si se utiliza la línea de pobreza de USD 5,50 al día (PPA de 2011).

Esto se contradice con la tendencia registrada en las últimas dos décadas, cuando la pobreza se redujo drásticamente en la mayor parte de los países en desarrollo de Asia oriental. Dicha disminución fue impulsada por el rápido aumento de los ingresos laborales entre los pobres, el bajo desempleo, las transferencias públicas (como pensiones, transferencias en efectivo y seguros de desempleo, entre otros), las transformaciones estructurales y las inversiones públicas.

Además, siguen existiendo otros desafíos. La rápida urbanización y las demandas de las empresas están alimentando una necesidad masiva de inversiones en infraestructura en toda la región, por ejemplo, acceso a electricidad, saneamiento adecuado e infraestructura y conectividad de banda ancha. La fragilidad y los conflictos también se están intensificando en algunos países.

Asia oriental y el Pacífico es el epicentro de la doble carga de retraso del crecimiento y obesidad, ambas formas de malnutrición. El retraso del crecimiento reduce significativamente las capacidades físicas y mentales de los niños e impone enormes costos humanos y económicos. En Indonesia, por ejemplo, donde el 30,8 % de los niños sufre este problema, se estima que las pérdidas económicas asociadas representan el 2 % o el 3 % del producto interno bruto (PIB). En algunos países, las tasas de sobrepeso/obesidad entre las mujeres alcanzan niveles alarmantes, oscilando entre el 40 % y más del 80 % (i).

En la región se encuentran 13 de los 30 países del mundo más vulnerables frente al cambio climático. Asia oriental y el Pacífico también sufre el impacto del 70 % de todos los desastres naturales del mundo, resultando afectadas más de 1600 millones de personas en la región desde el año 2000. Los países insulares del Pacífico, donde el aumento del nivel del mar está amenazando las zonas costeras y las islas del atolón, han sido duramente golpeados por los desastres climáticos, incluido el ciclón tropical Harold de categoría cinco, que, en abril de 2020, provocó una gran destrucción en Fiji, Tonga, las Islas Salomón y Vanuatu.

Asia oriental y el Pacífico también es la región que más contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero, representando un tercio de las emisiones de dióxido de carbono y el 60 % del consumo de carbón a nivel mundial. Reducir las emisiones en la región es fundamental para promover el programa mundial contra el cambio climático. Por ello, el Banco está trabajando con los Gobiernos, el sector privado y otros asociados en la tarea del desarrollo en una serie de soluciones innovadoras para respaldar políticas energéticas más limpias y ecológicas.

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